A medida que abandonamos los deseos temporales y en su lugar buscamos el bien que Dios tiene para nosotros, saboreamos el consuelo eterno que Él ha prometido.
La segunda carta de Pablo a los corintios es continuación de una carta anterior (1 Corintios), en la que él reprendió a esa congregación. En esta última epístola, escribe acerca de su tristeza y hace una distinción entre la tristeza del mundo y el estar “triste según la voluntad de Dios” (2 Co 7.9-11). El apóstol Pablo les pide que se arrepientan con sinceridad, y vean el fruto que dará dicho arrepentimiento.
Este tipo de tristeza no tiene que ser una experiencia sombría, aterradora o deprimente. De hecho, puede ser todo lo contrario: esperanzadora y llena de luz. A medida que abandonamos los deseos temporales y en su lugar buscamos el bien que Dios tiene para nosotros, saboreamos el consuelo eterno que Él ha prometido.
PIENSE EN ESTO
• Pablo escribe acerca de una tristeza que produce arrepentimiento. En algunas traducciones, esta es descrita como “tristeza piadosa”. Considere lo opuesto: ¿qué resulta de la tristeza mundana? ¿En qué se diferencia del fruto que resulta de la tristeza piadosa?
• Anteriormente en esta carta, el apóstol le recuerda a la iglesia que vivimos “como entristecidos, mas siempre gozosos” (2 Co 6.10). ¿Cómo pueden ser ciertas ambas cosas?
Devocional original de Ministerios En Contacto