El deseo de Dios es bendecirnos, no destruirnos.
“¿Por qué un Padre amoroso permite que sus hijos pasen por pruebas y aflicciones terribles?”. Tiene sentido esta pregunta tan común. Puede ser desconcertante ver que el Dios de amor todopoderoso parezca guardar silencio mientras sus hijos sufren. ¿Dónde está Él en las tragedias, los desastres naturales y las enfermedades?
La Palabra de Dios es el único lugar donde podemos encontrar la respuesta verdadera. Aun así, la lectura de hoy puede ser difícil de entender o aceptar. Uno puede leer la exhortación de Santiago, de que debemos estar gozosos ante las pruebas, pero pensamos: ¡Eso es imposible! Las dificultades y el gozo no parecen ir de la mano, es decir, a menos que entendamos la perspectiva de Dios en cuanto a la vida.
Cuando Santiago hablaba de gozo, no se refería a un sentimiento de alegría y frivolidad. Estaba hablando de un sentir interior de calma, paz y confianza en el Señor. No estaba diciendo que debemos sentirnos felices por nuestras pruebas, sino saber que en medio de ellas Dios está haciendo algo bueno. Nuestra actitud durante la lucha determinará cómo seremos después de que termine la prueba.
Cuando nuestra fe es probada, el resultado es paciencia; estar conscientes de esto nos da esperanza y fortaleza. Además, la Biblia promete que Dios usará las pruebas para nuestro bien, por lo que no es necesario que tengamos temor o ansiedad.
El deseo de Dios es bendecirnos, no destruirnos. La adversidad puede hacer que alguien se sienta víctima, pero, como seguidores de Cristo, ¡podemos elegir ser vencedores!
Devocional original de Ministerios En Contacto