La satisfacción que encontramos en Dios es muy superior a todo lo demás.
Salmo 34.8-10
¡Qué verdad tan asombrosa! Nuestro Dios, que creó al mundo, y que es el Señor de todo, quiere que nos deleitemos en Él. Aunque “nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Ti 6.17), nuestro mayor regocijo debe ser Dios mismo. La satisfacción que encontraremos en Él es muy superior a todo lo demás.
Una de las alegrías que encontramos en el Señor es la aceptación. Gracias a su obra en la cruz, Dios acepta a todos los que crean en Cristo, y les adopta como hijos. Nosotros, que una vez fuimos sus enemigos, ahora somos acogidos en su familia. Por haber sido aceptados por Dios, no tenemos que temer a la condenación, pues somos libres de disfrutar de una estrecha relación con Él.
El Señor ha hecho todo lo necesario para que nos relacionemos con Él, pero hay ciertas acciones que podemos tomar que aumentarán nuestro deleite de Él.
Alabar a Dios por ser quien es y por lo que ha hecho, hará que nuestros corazones se regocijen.
Dedicar tiempo para escucharle y llegar a conocerle por medio de su Palabra, aumentará nuestra intimidad con el Señor y profundizará nuestro deleite de Él.
Negarnos a creer las mentiras de Satanás nos liberará para recibir su amor y conocer el gozo del perdón.
Si usted ha perdido el gozo del Señor, pídale que vuelva a encenderlo. Luego, dé los pasos necesarios para reavivar su relación con Él. Cuanto más aprenda a amarlo, mayor será su gozo.
Devocional original de Ministerios En Contacto