Cuando en verdad disfrutamos del Señor, nos demoramos en retirarnos de su presencia, pues deseamos permanecer más tiempo con Él.
Salmo 5.11, 12
La Biblia está llena de versículos que hablan del júbilo que el pueblo de Dios encuentra en Él, y esto a veces nos deja preguntándonos por qué nuestra experiencia no coincide con la de ellos. Si no nos estamos deleitando con el Señor de forma constante, puede deberse a ciertas trabas.
Es posible que no conozcamos a Dios. Nadie puede relacionarse con el Padre celestial de manera personal, si no es por medio de su Hijo Jesucristo. Cuando creemos en Cristo como Señor y Salvador, nos convertimos en hijos de Dios. Luego, por medio de su Palabra, aprendemos que Él no es un Padre que se apresura a castigarnos cuando quebrantamos sus leyes, sino que está pendiente de nosotros con amor, y que nos restaura cuando pecamos.
Es posible que le tengamos miedo a Dios. Cuando la Biblia dice que temamos al Señor, quiere decir que debemos honrarle, reverenciarle y obedecerle como un niño a su padre. Pero si lo vemos como un Padre tirano, le tendremos miedo, y esta clase de temor nos impedirá experimentar gozo en nuestra relación con Él. Debemos recordar que nuestro Padre celestial nos amó tanto que envió a su Hijo para salvarnos, y nos incluyó de forma segura en su familia.
Algunas veces el problema es el pecado. Cuando desobedecemos al Señor, nuestra comunión con Él —pero no nuestra relación con Él— se interrumpe. Pero si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel para perdonarnos y restaurar nuestra relación con Él (vea 1 Jn 1.9).
Cuando en verdad disfrutamos del Señor, nos demoramos en retirarnos de su presencia, pues deseamos permanecer más tiempo con Él. ¿Describe esto su relación con su Padre celestial?
Devocional original de Ministerios En Contacto