El castigo de Dios para quienes lo rechazan y refrenan la verdad es su alejamiento.
Romanos 1.24-32
¿Quién no ha escuchado las noticias sin preguntarse qué está pasando en el mundo? El mal y el declive social en nuestra sociedad actual es algo que no podíamos imaginar ni siquiera hace algunas décadas. Lo que estamos viendo hoy es el resultado inevitable de una sociedad que ha negado la existencia de Dios. Como resultado, muchos han sido entregados a una mente depravada y a actividades pecaminosas. Como nuestro Creador, Dios es el único que puede llenar nuestro corazón. Cuando las personas lo rechazan, buscan alternativas para llenar el vacío dentro de ellas. Pero también cuando recurren a algo o alguien que no sea Dios para darle sentido a sus vidas, caen en idolatría. A partir de ahí, se adentran con rapidez en la inmoralidad en un intento por satisfacer sus deseos, pero al final descubren que todavía se sienten vacías.
La Biblia advierte con toda claridad que la idolatría y la inmoralidad provocan la ira divina. El castigo de Dios para quienes lo rechazan y refrenan la verdad es su alejamiento. Los entrega para ser guiados y gobernados por una mente depravada y pasiones degradantes. Básicamente, se aleja y deja que su pecado los controle. No hay peor castigo que hacer que el Creador se aparte de uno. Saber lo que les espera a quienes rechazan a Dios debe hacer que los que lo conocemos y lo amamos respondamos con devoción sincera, obediencia fiel y abrumadora gratitud por la salvación que tenemos. A veces, no sabemos apreciar lo que tenemos, hasta ver el horror de la alternativa. Nuestro amoroso Dios y Salvador es digno de toda nuestra adoración.
Devocional original de Ministerios En Contacto