Tomó nuestro lugar y nuestro castigo, sufriendo la muerte de un criminal en la cruz para salvarnos.
Romanos 3.21-31
Desde el huerto del edén, la humanidad ha estado contaminada por el pecado. Las malas decisiones que tomamos cada día son solo síntomas del problema más grande: nuestra naturaleza carnal. Pero el pecado no tiene lugar en la pura y santa presencia del Señor. Como resultado, Romanos 6.23 dice: “La paga del pecado es muerte”, y no hay nada que podamos hacer para cambiar eso. En otras palabras, abandonados a nuestra suerte, estamos condenados a la separación eterna de Dios.
Pero el Padre, por su asombroso amor por nosotros, envió a su único Hijo como la solución a nuestro problema. Plenamente hombre y Dios, Jesucristo vivió sin pecar y murió en la cruz por nosotros. Tomó nuestro pecado, soportó un terrible sufrimiento y la separación del Padre. Tomó nuestro lugar y nuestro castigo, sufriendo la muerte de un criminal en la cruz para salvarnos. Tres días después, resucitó, y así venció el pecado y la muerte.
Por amor, el Salvador venció nuestro terrible destino y nos ofreció la vida eterna. Esta gran salvación está disponible para todos los que creen en que Cristo es el Señor, que murió en la cruz por nuestro pecado, y que resucitó de la tumba. No espere más, ponga su fe en el Señor Jesucristo hoy mismo.
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