La Palabra de Dios nos asegura que el Padre celestial escucha nuestro clamor y responde.
Mateo 14.29, 30
Repica el teléfono, y usted contesta. Una voz triste le informa de una tragedia. Su corazón está tan afligido que se siente paralizado por la angustia. ¿Qué hace?
Las malas noticias, el peligro y el dolor hacen que busquemos ayuda. Como creyentes, nos apoyamos en el Todopoderoso, que es más que capaz de ayudar, no importa lo que nos haya sucedido. En esos momentos en que somos golpeados por las circunstancias de la vida, debemos clamar a Él. En la Biblia, clamar se refiere a hablar de manera audible con gran sentimiento acerca de una necesidad urgente. Dios nos invita a usar esta forma de oración para comunicar que necesitamos su misericordia.
Se necesitan fe y humildad para expresar en voz alta la inquietud de nuestro corazón. Clamar es una manera en que los hijos de Dios expresamos confianza en el poder y la voluntad del Señor. Al invocarlo con urgencia, también deponemos nuestro orgullo y nuestra autosuficiencia.
La Palabra de Dios nos asegura que el Padre celestial escucha nuestro clamor y responde. En Salmo 3.4, por ejemplo, David escribió: “Con mi voz clamé a Jehová, y él me respondió desde su monte santo”. Cuando clamamos por ayuda en el nombre de Cristo, lo invitamos a tomar control de la situación. Recuerde que hay poder con tan solo decir el nombre de Dios. Cuando clamamos a Dios, Él puede eliminar el problema de inmediato, pero a menudo tenemos que esperar por su tiempo perfecto. Es posible incluso que Él permita que se mantengan las circunstancias difíciles para llevar a cabo sus buenos propósitos. Pero siempre podemos contar con su consuelo y su presencia, que nos permiten vivir con gozo y esperanza.
Devocional original de Ministerios En Contacto