Dios ha advertido que si jugamos con nuestros antojos y nos colocamos en el camino de la tentación, caeremos.

2 Timoteo 2.20-22

¿Batalla usted con algún pecado que odia y ama al mismo tiempo? En realidad quiere vencerlo, pero tan pronto como es tentado, el placer que espera borrará su fuerza de voluntad. Estas tentaciones de amor y odio son las que nos causan la mayor lucha, pero a veces parte del problema es nuestra falta de límites.

Aunque nunca dejaremos de ser tentados por completo, podemos tomar medidas para protegernos; es decir, podemos establecer prácticas y límites para evitar ir en dirección al peligro. Cuando las Sagradas Escrituras tratan este tema, presentan dos instrucciones contrastantes.

Huir de las pasiones y seguir la justicia, la fe, el amor y la paz (2 Ti 2.22). El objetivo no es solo resistir la tentación, sino moverse lo más lejos posible en la dirección opuesta, hacia el comportamiento piadoso.

Someterse a Dios y resistir al diablo (Stg 4.7). Tratar de resistir la tentación es inútil, a menos que primero nos comprometamos a vivir con obediencia ante Dios. Con la sumisión viene el poder para resistir.

No conformarse al mundo, sino ser transformados por la renovación de la mente (Ro 12.2). Si nos llenamos la cabeza con las ideas y prioridades del mundo, seremos blancos fáciles para la tentación. Pero Efesios 6.17 llama a la Palabra de Dios nuestra “espada del Espíritu”, un arma que podemos utilizar para defendernos de los ataques del enemigo.

Dios nos mostró los límites detrás de los cuales estamos a salvo. Él ha advertido que si jugamos con nuestros antojos y nos colocamos en el camino de la tentación, caeremos. Acérquese a Dios (Stg 4.8) y la protección de su Palabra, sabiduría y poder.

Devocional original de Ministerios En Contacto

Cómo ponerle límites a la tentación

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