Una vez que entendemos que Dios obra a través de nuestras pruebas para hacernos más como su Hijo nos fortalece.

Filipenses 2.1-11

¿Alguna vez ha escuchado el testimonio de alguien que haya pasado por una tragedia horrible y visto de primera mano la fidelidad de Dios en esa situación? Prestamos mucha atención a estos relatos porque nos inspiran a confiar en el Señor. Y de todos los testigos de la gracia de Dios en tiempos difíciles, ninguno es más impresionante que el apóstol Pablo.

Pablo no era ajeno a las adversidades. A lo largo de su ministerio, fue arrastrado, golpeado, apedreado, arrestado y acusado de herejía, tanto por los líderes judíos como por el gobierno romano (2 Co 11.23-28). Esto, en verdad, era muy diferente a su vida anterior, cuando disfrutó de las oportunidades que le brindaron su ciudadanía romana y su educación judía.

En medio de estos increíbles vaivenes en su vida, Pablo descubrió una lección valiosa. En Filipenses 4.11, escribe: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”. Su actitud no cambiaba con sus circunstancias, sino que permanecía constante, ya sea que tuviera de sobra o padeciendo necesidad
(Fil 4.12).

Pablo se refirió a este contentamiento como un “secreto”, pero luego reveló la fuente de esta actitud en el versículo siguiente: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil 4.13).

En nosotros mismos, no hay manera de que podamos tener contentamiento en cada situación. Pero una vez que entendemos que Dios obra a través de nuestras pruebas para hacernos más como su Hijo, y que nuestra unión con Cristo nos fortalece para resistir e incluso regocijarnos, tenemos un fundamento fuerte de contentamiento, sin importar lo que esté sucediendo.

Devocional original de Ministerios En Contacto

Cómo superar los altibajos de la vida

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