Un nuevo nacimiento es imposible a menos que alguien pague el precio de nuestro pecado.
Juan 3.7-15
En Juan 3, la conversación nocturna que tuvo el Señor con Nicodemo está llena de simbolismo. Comparó la salvación con un segundo nacimiento, y a la obra del Espíritu Santo con el viento. Pero luego usó una ilustración del Antiguo Testamento que puede parecer extraña a los lectores modernos: dijo que el Hijo del Hombre debía ser levantado, así como Moisés levantó la serpiente de bronce (Nm 21.1-9).
Nicodemo habría estado familiarizado con la historia en la cual, en el camino a la tierra prometida, los israelitas se quejaron de hacer el largo recorrido alrededor del territorio enemigo. Dios reaccionó enviando serpientes venenosas, cuyo ponzoña era fatal a menos que la víctima mirara la serpiente de bronce. La imagen era una representación de la presencia de Dios, y un recordatorio de que era su libertador.
Aunque podríamos no asociar el nacimiento espiritual con una serpiente en una asta, el Señor Jesucristo lo hizo por una buena razón; para explicar que debía ser elevado en la cruz como sacrificio por el pecado. Un nuevo nacimiento es imposible a menos que alguien pague el precio de nuestro pecado. Quienes pongan su mirada en Cristo y crean serán salvos. ¿Ha acudido usted a Jesucristo en busca de salvación? Él es el único camino a una vida nueva.
Devocional original de Ministerios En Contacto