A diferencia de muchas iglesias hoy en día, Jesucristo nunca se interesó en reunir multitudes, ni hizo que su mensaje fuera más atractivo para ganar seguidores.
Lucas 14.25-35
A diferencia de muchas iglesias hoy en día, Jesucristo nunca se interesó en reunir multitudes, ni hizo que su mensaje fuera más atractivo para ganar seguidores. De hecho, enfatizó una y otra vez el alto costo del discipulado, en vez de hacerlo fácil para que lo siguieran sin mucha convicción. Eso se debe a que su propósito era hacer discípulos verdaderos que estuvieran comprometidos con Él por completo, y este es el mismo encargo que nos dio en la Gran Comisión (Mt 28.19, 20). Al considerar lo que constituye la esencia de un ser humano, podríamos pensar en su vida, sus relaciones y sus posesiones. Pero el Señor exigía a sus seguidores que le rindieran las tres cosas. En Lucas 14, Cristo enseñó que para ser su discípulo, una persona no podía…
Amar a alguien más que a Él (v. 26). Cuando el Señor usó la palabra traducida como “odiar”, no estaba abogando por animosidad hacia los miembros de la familia. Más bien, estaba enfatizando el compromiso de ponerlo a Él antes que a cualquier relación humana.
Amar la propia vida más que a Él (vv. 26, 27). La imagen que usó Cristo fue la de llevar una cruz. Esto simboliza la muerte a nuestra vida pecaminosa y, de ser necesario, la disposición de morir para permanecer fieles a Él.
Ser reacio a renunciar a las posesiones materiales (v. 33). Esto no significa que debamos vivir como indigentes, sino que debemos estar conscientes de que solo somos administradores de lo que Dios nos ha confiado.
Nadie puede estar a la altura del llamado de Cristo. Sin embargo, por su gracia, podemos entregarle todo lo que somos y tenemos. Este debe ser el modo de pensar de quienes entran por la puerta estrecha a la vida eterna (Mt 7.13, 14).
Devocional original de Ministerios En Contacto