Los cristianos no somos inmunes al endurecimiento del corazón.

Hebreos 3.12-19

Los creyentes podemos comenzar a endurecer nuestro corazón de manera inocente; es fácil que lo que tiene poco o ningún valor espiritual acapare nuestra atención. Después que nuestro enfoque se desvía de Dios, no hace falta mucho tiempo para que la preocupación en las cosas del mundo ocupe cada vez más nuestro tiempo. Las distracciones pueden llegar a ser tan consumidoras que terminemos ignorando asuntos importantes para el Señor.

A medida que nuestra vida espiritual se marchita, podemos renunciar a la devoción privada y a la adoración pública. Cualquier persona que dedique tiempo al Señor cada día, llegará a tener un corazón obediente, pero si deja de lado la Biblia, le da a Satanás una oportunidad. Cuando se le permite al corazón funcionar sin Dios, se vuelve engañoso y se aparta de Él.

Si la mente de un creyente está preocupada por otras cosas, y su corazón está lejos de Dios, fácilmente puede ser influenciado por el engaño del pecado. Ya que la sensibilidad al Espíritu Santo es endurecida por la “concha” que se está formando alrededor del corazón del creyente, éste comienza a quedar a la deriva y a encontrar más tentadoras las falsas promesas de Satanás. Lo cual, a su vez, lleva a una preocupación mayor en asuntos no espirituales, y a un mayor descuido de la vida espiritual.

Los cristianos no somos inmunes al endurecimiento del corazón. Podemos llegar a ser tan insensibles como un incrédulo a la voz de Dios; pero tenemos la manera de eliminar el callo espiritual que se ha estado formando dentro de nosotros. Si nos arrepentimos y nos reenfocamos en Dios, podemos volver a la adoración privada y tener un corazón blando delante de Él.

Devocional original de Ministerios En Contacto

El creyente con un corazón endurecido

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