Es peligroso empecinarse en elegir nuestro propio camino.

Hebreos 3.7-11

Los hebreos que dejaron Egipto tenían pruebas concretas de la existencia de Dios y del compromiso del Señor para con ellos. Sin embargo, cuando llegó el momento de reclamar la tierra prometida, endurecieron su corazón contra Él y se negaron a creer que les daría la victoria sobre la gente que vivía en Canaán. Rechazaron los argumentos de Josué y Caleb, y justificaron su incredulidad.

Dios respondió con una disciplina severa: 40 años vagando en el desierto, hasta que los adultos que se le habían opuesto murieron (Nm 14.33-36). Debido a que consideraba muy serio la oposición en su contra y la disciplina, el Señor reiteró esta lección en el Nuevo Testamento (He 3.7-11). No quería que la gente repitiera el error de endurecer sus corazones contra Él.

La manera de endurecer el corazón es gradual. Comienza con la incredulidad, es decir, oyendo, pero no aceptando toda o parte de la Palabra de Dios como verdadera. La persona se rebela, decidiendo manejar sus asuntos sin el Señor. Esto implica ignorar su conciencia o justificar el comportamiento no bíblico; finalmente, el corazón se endurece tanto, que la persona ya no es influenciada por el susurro del Espíritu de Dios.

Es peligroso empecinarse en elegir nuestro propio camino. El Señor no solamente disciplina a quienes se rebelan contra Él, sino que también les retiene las oportunidades y bendiciones. Si tomamos en serio la advertencia de Dios de no endurecernos contra Él, entonces debemos decidir ser obedientes. Con el tiempo, a medida que nuestro corazón se vuelva más blando y receptivo, descubriremos que no podemos dar un paso equivocado sin sentirnos redargüidos por el Espíritu Santo.

Devocional original de Ministerios En Contacto

El peligro de un corazón endurecido

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