No importa de qué manera terminemos fuera de la voluntad de Dios, somos responsables de la acción que nos puso allí.
Lucas 15.1-7
Sería maravilloso si, después de la salvación, nuestra vida avanzara en línea recta de obediencia ininterrumpida a nuestro Padre celestial. Pero nunca es así, porque todos nos desviamos de vez en cuando. Cristo contó una historia acerca de un pastor que fue en busca de una oveja perdida. Aunque esta parábola trata de la salvación de un alma descarriada, las lecciones de la parábola también pueden aplicarse a quienes pertenecemos a Cristo. A pesar de que estamos seguros en la mano del Padre y nunca perderemos nuestra salvación, podemos desviarnos de nuestra obediencia a Él (Jn 10.28, 29). Pero ¿por qué alejarnos del Dios que nos ama?
Si una oveja quita los ojos del pastor, puede vagar hacia un terreno de pastos más atractivos y terminar muy lejos. De la misma manera, podríamos ver un camino que parece conducir a mejores oportunidades. Pero a medida que lo seguimos, nos distanciamos más lejos del Señor. Es posible que no notemos la distancia entre nosotros y nuestro Salvador, hasta que nos encontremos en problemas. Otros cristianos eligen concentrarse en sus propios objetivos. Saben que su decisión es incorrecta, pero la justifican o culpan a alguien más por engañarlos.
No importa de qué manera terminemos fuera de la voluntad de Dios, somos responsables de la acción que nos puso allí. Aunque otra oportunidad puede parecer buena, el único recurso donde los creyentes encontrarán verdadero contentamiento, es en una relación de confianza en Jesucristo y de obediencia a Él. Por lo tanto, debemos mantener nuestros ojos puestos en el Señor Jesús, y evitar ir tras de cualquier cosa que no sea su voluntad.
Devocional original de Ministerios En Contacto