La Palabra de Dios puede ser útil en nuestra vida solo si la leemos, estudiamos, creemos, aplicamos y obedecemos. Y entonces, el anclaje funcionará siempre.

Salmo 57.1-3

Ayer vimos el ancla como un símbolo de la Palabra inmutable de Dios. Sabemos que los marineros usan este objeto para evitar que un barco se desplace a la deriva, y también para protegerlo durante las tormentas. Entonces, ¿cómo nos ayuda la Biblia en tiempos de tormenta?

La Palabra de Dios…

Nos consuela. Nos dice que nuestro Padre celestial nos dará paz y descanso cuando tengamos problemas. Muchos de los salmos fueron escritos a partir de las experiencias de David al recibir de Dios consuelo y fortaleza durante las tormentas de su vida, las cuales son un excelente recurso para comenzar.

Nos recuerda que Dios es omnisciente, omnipresente y omnipotente. El Señor no solo sabe cómo nos sentimos y por lo que estamos pasando, sino también está a nuestro lado en medio de la tormenta. De hecho, tiene el poder para calmarla, aunque con frecuencia utiliza su poder para ponernos a salvo.

Nos guía. El Salmo 119.105 dice: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. El salmista nos asegura que la Biblia nos ilumina al caminar, permitiéndonos avanzar con seguridad, paso a paso, en la dirección correcta.

Debemos recordar que no basta con que un barco tenga un ancla; para que sirva, el ancla debe ser utilizada. Del mismo modo, no es suficiente tener una Biblia y saber que está llena de promesas. La Palabra de Dios puede ser útil en nuestra vida solo si la leemos, estudiamos, creemos, aplicamos y obedecemos. Y entonces, el anclaje funcionará siempre. Podemos ser sacudidos e incluso un poco golpeados a veces, ¡pero aguantaremos la tormenta y seguiremos navegando!

Devocional original de Ministerios En Contacto

Un ancla llena de promesas

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