Dios quiere que nuestra conducta impacte de manera positiva la unidad de la Iglesia.

1 Corintios 1.10, 11

El pasaje de hoy viene de una carta que el apóstol Pablo escribió al cuerpo dividido de creyentes de Corinto. Esa iglesia estaba permitiendo que un desacuerdo destruyera su compañerismo. El apóstol sabía el gran peligro de la disensión entre creyentes. La Biblia es clara acerca de la misión de la Iglesia. Entre sus objetivos más altos están compartir el evangelio con todas las naciones, cuidar de los necesitados y adorar juntos, además de amarse, alentarse y amonestarse unos a otros en la verdad de Dios. Cada uno de estos objetivos requiere que los miembros de una iglesia estén unidos.

El deseo de Dios para su pueblo es: “Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz” (Ef 4.3 NVI). Así que, si todos los cristianos basan sus creencias en la Biblia, deberían ser capaces de resolver cada discrepancia de acuerdo con la verdad de ella, ¿no es cierto? Por desgracia, no es tan fácil. Nuestra naturaleza, preferencias e interpretaciones diferentes de la Biblia pueden causar desacuerdos. Considere, por ejemplo, cuántas iglesias tienen conflictos debido al estilo de música.

Cuando las diferencias causan divisiones, nuestra misión se vuelve borrosa y somos improductivos. Así como los pescadores no pueden pescar con una red rota, nosotros no podemos dar testimonio de Cristo al mundo si nuestra comunión no es sana. ¿Sus acciones y palabras fortalecen a sus hermanos en Cristo? ¿O critica y presiona por sus propias preferencias y opiniones? Tenga cuidado. Dios quiere que nuestra conducta impacte de manera positiva la unidad de la Iglesia.

Devocional original de Ministerios En Contacto

Unidad en el cuerpo

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