Cuando somos abrumados por la crítica, los problemas o el sufrimiento, es vital reconocer nuestro valor a los ojos del Señor.
Hebreos 2.16-18
Para entender los caminos del Señor, debemos comprender su perspectiva en cuanto a la humanidad. A menudo, confiamos en nuestro punto de vista humano en vez de tratar de vernos a través de sus ojos. Consideremos tres elementos de la perspectiva de Dios acerca de la humanidad:
Creada a imagen de Dios. De toda la creación, solo el hombre y la mujer fueron hechos a imagen de Dios (Gn 1.26, 27). Tenían mente, voluntad y emociones, así como un espíritu que les permitía adorar y relacionarse con Dios. Siendo sin pecado y perfectos, fueron diseñados para relacionarse de manera personal con el Creador.
Corrompida por el pecado. Pero un acto de desobediencia rompió la relación que tenían con el Señor (Is 59.2). La imagen divina fue desfigurada por el pecado, que se infiltró en la naturaleza humana y corrompió a cada persona nacida desde entonces. La humanidad estaba espiritualmente muerta, sin esperanza, y condenada ante un Dios santo.
Digna de redención. A pesar de todo, el Señor los consideró dignos de restauración. Por medio de la obra redentora de su Hijo, todos los que creen en Cristo son nacidos de nuevo espiritualmente, y la relación rota entre Dios y el hombre es reparada (Col 1.13, 14).
Entre el ritmo y las pruebas de la vida, perder de vista la perspectiva divina es muy fácil. Cuando somos abrumados por la crítica, los problemas o el sufrimiento, es vital reconocer nuestro valor a los ojos del Señor. Esa conciencia puede vigorizar nuestro servicio y renovar nuestro amor por Aquel que se entregó para reconciliarnos con Dios.
Devocional original de Ministerios En Contacto