La sabiduría del mundo dice: “Gana todo lo que puedas, y haz todo lo que puedas para guardarlo”, pero los caminos de Dios son lo opuesto.
2 Corintios 9.6-15
Cuando era niño, mi madre y yo apenas teníamos dinero para comida, techo y ropa, pero eso nunca le impidió ser generosa. Si uno de mis amigos le pedía comida, siempre le daba algo de comer, incluso aunque fuera solo un trozo de pan. Como niño, yo temía que no tuviéramos suficiente para nosotros, pero mi madre sabía que la economía del Señor funciona de manera diferente a la del mundo. La sabiduría del mundo dice: “Gana todo lo que puedas, y haz todo lo que puedas para guardarlo”, pero los caminos de Dios son lo opuesto. En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo usa las leyes naturales de la agricultura para enseñarnos los principios del Señor sobre la generosidad. Los agricultores saben que sembrar pocas semillas no resultará en una gran cosecha, pero eso es lo que algunos hacen cuando se trata de dar. Prefieren guardar la mayor parte de su semilla en el granero para asegurarse de que estará segura.
Sin embargo, cuando hacemos esto nos volvemos como el hombre de la parábola de ayer: se esforzó mucho por guardar todo lo que tenía, pero terminó su vida sin nada de valor eterno (Lc 12.15-21). Vivir en la economía divina de Dios requiere fe en sus promesas. Si como cristianos, creemos en Él para nuestra salvación eterna. Entonces, ¿por qué somos reacios para confiarle nuestro dinero? Somos llamados a ser vasos por medio de los cuales el Padre bendice a su iglesia y a otros. Él nos ha prometido pan suficiente y más semillas para sembrar. Cuando aprendemos sus caminos y confiamos en lo que Él ha escrito, el Señor es glorificado, y segamos una cosecha abundante de justicia.
Devocional original de Ministerios En Contacto