Tenemos un Salvador que soportó las mismas luchas que enfrentamos hoy, y eso da fe del hecho de que entiende lo que enfrentan los hijos de Dios.

Mateo 4.1-11

La Biblia dice que después de que el Señor Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo lo llevó al desierto para enfrentarse a las tentaciones del diablo. Pero ¿por qué Dios quiso dirigir a su Hijo a soportar la tentación?

Justo antes de esta experiencia, el Señor había participado en el “bautismo de arrepentimiento” de Juan (Mt 3.11-13), a pesar de que no tenía pecado y no necesitaba esa limpieza simbólica; eligió ser bautizado para identificarse con el mundo que vino a salvar. Luego ayunó 40 días en el desierto, donde Satanás lo tentó. Dios permitió este tiempo de prueba, y el Señor se sometió voluntariamente a ella, para poder identificarse también con las luchas y las pruebas que todos enfrentamos. Pero mientras que muchos de nosotros tropezamos y cedemos a la tentación, Él se mantuvo intachable, a pesar de la presión de Satanás.

Tenemos un Salvador que soportó las mismas luchas que enfrentamos hoy, y eso da fe del hecho de que entiende lo que enfrentan los hijos de Dios. Está sentado a la diestra del Padre, donde intercede por nosotros. Cristo es plenamente Dios y, al mismo tiempo, plenamente hombre, que de buena voluntad se identificó con nosotros. No dude en traerle sus problemas, por más grandes que sean: Él le entiende de verdad.

Devocional original de Ministerios En Contacto

La tentación del Señor: La presión máxima

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