La pasión que experimentamos en la salvación puede ser nuestra de nuevo cuando nos enfocamos en el Señor.
1 Timoteo 4.14-16
La pasión por servir al Señor y compartir el evangelio tendrá altos y bajos a lo largo de la vida. Algunos eligen conformarse con una existencia tibia, sin arriesgar mucho ni recibir muchas bendiciones. Otros dejan de servir por completo y van sin rumbo por la vida. Pero siempre que nos sintamos indiferentes, debemos tratar de reavivar la pasión por servir al Señor que surgió en el momento de nuestra salvación.
Cuando fuimos salvos, recibimos el regalo del Espíritu Santo. Por tanto, el primer paso es orar para que el Espíritu Santo nos llene, o nos controle, de nuevo. Eso requiere arrepentimiento de cualquier pecado que el Señor nos traiga a la mente. También significa devolverle a Dios el derecho a reinar sobre nuestra vida.
Luego, piense en lo que estaba —o no— sucediendo en su vida cuando sintió deseo de servir al Señor por última vez. ¿Qué presiones y actividades afectaron su servicio en ese momento? ¿Cómo puede priorizar el servir a Dios con sabiduría?
Por último, dedique un día o más para pasar tiempo con el Señor. Medite en sus palabras de aliento, como las de Isaías 41.10. De esta manera, en lugar de fijarnos en nuestros problemas, podemos recordar que Él es nuestro Pastor en cada situación. La pasión que experimentamos en la salvación puede ser nuestra de nuevo cuando nos enfocamos en el Señor.
Devocional original de Ministerios En Contacto