La unidad en la Iglesia requiere la disposición de someternos unos a otros por el bien de nuestra familia espiritual.

Efesios 4.1-6

La iglesia de Jesucristo es única. Está compuesta por personas de un sinnúmero de trasfondos, que tienen una variedad de opiniones sobre muchos temas diferentes, pero que son un solo Cuerpo en Cristo. Como creyentes en quienes mora el Espíritu Santo, todos pertenecemos a la familia de Dios y tenemos una relación especial entre nosotros. Somos hermanos espirituales llamados por nuestro Padre celestial a vivir en armonía. La unidad en la Iglesia ocurre cuando los hijos de Dios vivimos en sumisión al Espíritu Santo, y le permitimos controlar nuestras actitudes, emociones, palabras y acciones. Cuando el Espíritu Santo nos gobierna, la meta llega a ser complacerlo en nuestras interacciones con los demás, en vez de imponer nuestra propia manera de pensar. Esto es necesario si esperamos andar “como es digno de la vocación con que [fuimos] llamados” (Ef 4.1).

Algunos cristianos tratan de funcionar de manera independiente, porque eso es más fácil que vivir en humildad, amabilidad y paciencia con los demás creyentes. Pero nos necesitamos unos a otros. La comunión de los creyentes es parte importante del diseño de Dios para nuestro crecimiento espiritual. La unidad en la Iglesia requiere la disposición de someternos unos a otros por el bien de nuestra familia espiritual. Este tipo de sacrificio personal es alimentado por el amor genuino que actúa con generosidad por el bien del otro (ágape en griego). Es el aglutinante que mantiene unido al Cuerpo de Cristo y nos permite vivir en armonía (Col 3.14). Cuando nos aferramos con firmeza a la Palabra de Dios y estamos unidos en amor, honramos a Jesucristo y tenemos una defensa fuerte contra divisiones y disensiones.

Devocional original de Ministerios En Contacto

Unidad en el Cuerpo

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