¿Cómo reacciona usted cuando el Espíritu Santo le convence de pecado?

2 Samuel 11.1-27

Desde su juventud, el rey David buscó del Señor. Sin embargo, hubo un tiempo cuando este consagrado creyente cedió a la tentación y cometió adulterio con Betsabé. Las faltas éticas y morales han acosado a los cristianos a lo largo de los siglos. Cuando un creyente hace lo que sea para obtener algo que quiere, el egoísmo o la codicia suelen ser la causa principal. En otras ocasiones, el deseo de aceptación puede tentarle a manipular personas y circunstancias, incluso a inventar mentiras. Y el temor al conflicto puede dar lugar a patrones de compromisos, ya que muchas personas tratan de encajar para evitar controversias. Cuando recurrimos al engaño para satisfacer nuestras necesidades, corremos el peligro de ser dañados.

Al comienzo, incluso las personas cercanas a nosotros pueden no darse cuenta de nuestro engaño. Pero Dios ve. Él usará nuestra conciencia para producir sentimientos de culpa, de modo que podamos confesar nuestro pecado y apartarnos de él. La autoprotección tomará el control si continuamos en el pecado; trataremos de calmar nuestra conciencia justificando el comportamiento. Con el tiempo, nos alejaremos de ciertas personas para que no descubran nuestro proceder pecaminoso. Al mantenerlos a distancia, esperamos evitar su escrutinio. Si el pecado habitual se acumula con el tiempo, puede llevar a serias consecuencias. Cuando fue confrontado por Natán, David se dio cuenta de su pecado, lo reconoció y fue perdonado (2 S 12.13). ¿Cómo reacciona usted cuando el Espíritu Santo le convence de pecado? ¿Ve la realidad de su comportamiento y se arrepiente? ¿O trata de justificarse y continuar en su conducta?

Devocional original de Ministerios En Contacto

Cuando actuamos engañosamente

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