Si alguien le preguntara si su vida está centrada en Cristo, ¿cómo respondería?
2 Corintios 5.14, 15
Si alguien le preguntara si su vida está centrada en Cristo, ¿cómo respondería? A menudo, una vida centrada en Cristo se caracteriza por ir a la iglesia, dar, orar, leer la Biblia y hablar a otras personas acerca del Señor Jesús. Sin embargo, ¿sabía usted que, incluso si hace cada una de estas cosas, todavía podría vivir controlado por sí mismo, en vez de por Cristo? Esto se debe a que nuestros motivos pueden ser egoístas. Se pueden llevar a cabo actividades religiosas por una variedad de razones que no tienen nada que ver con nuestro amor por el Señor. Podríamos buscar aliviar los sentimientos de culpa para sentirnos mejor o para parecer más justos. Tal vez leamos la Biblia para encontrar con rapidez un versículo que nos fortalezca. O la oración puede ser nuestro intento de hacer que Dios haga lo que queremos.
La respuesta no es renunciar a estas buenas actividades, sino cambiar nuestro enfoque hacia Cristo y lo que desea. Nuestra batalla interna continuará mientras vivamos en estos cuerpos terrenales. Por eso el apóstol Pablo nos dice: “Despojaos del viejo hombre, que está viciado”, y “vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Ef 4.22, 24). Una vida centrada en Cristo es alimentada por el amor al Salvador, que fluye del conocimiento cada vez mayor de Él. Y aprendemos a conocer al Señor Jesús con más intimidad a través de la lectura de la Biblia, la oración y la permanencia silenciosa en su presencia. A medida que Cristo crezca en nuestra mente y corazón, descubriremos que nuestro enfoque egocéntrico disminuye, y Dios se convierte en nuestro mayor deleite.
Devocional original de Ministerios En Contacto