La conciencia es como un sistema de radar destinado a enviar advertencias.

1 Timoteo 1.18, 19

El Señor da a cada persona una conciencia, la cual es como un sistema de radar destinado a enviar advertencias cuando ciertas conductas o decisiones pudieran ser perjudiciales. Esto hace posible que la persona pueda distinguir entre lo malo y lo bueno, especialmente en lo relacionado con su vida. Si ignoramos nuestra conciencia, lo hacemos a nuestro propio riesgo.

En el creyente, la conciencia es una herramienta del Espíritu Santo; Él la programa con los principios de la Palabra de Dios y la agudiza para que responda con rapidez. Aun así, el único propósito de este radar es enviar una señal. Lo que suceda después es cosa nuestra. O bien ignoramos la advertencia, o bien nos detenemos para escuchar lo que el Espíritu quiera decirnos sobre la situación que atravesamos. El Espíritu Santo revela la voluntad de Dios o nos recuerda sus principios para que podamos tomar una decisión acertada gracias a esta alarma en nuestra conciencia.

La carta de Pablo a Timoteo menciona a personas que habían rechazado la guía de Dios —no habían prestado atención a la alarma de su conciencia (1 Ti 1.19), y el resultado fue el naufragio de su fe. Cuando en el radar aparece algo que habla de desobediencia a Dios, tenemos que rechazar lo que pensamos hacer. Si no, este mecanismo de detección se deteriorará y no funcionará bien. Si seguimos ignorando la alarma, al final no sonará más.

Todos conocemos a personas que han “encallado” en la vida. El naufragio de la fe es inevitable cuando el cristiano ignora su conciencia y justifica o defiende su desobediencia. Es mucho mejor que usted se vuelva al gran capitán de su alma, Jesucristo. El Espíritu Santo le guiará bien.

Devocional original de Ministerios En Contacto

El papel de la conciencia

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