¿En qué piensa? Esa es una pregunta desafiante que no debemos ignorar. En muchos sentidos, somos lo que pensamos.
Colosenses 3.1-4
¿En qué piensa? Esa es una pregunta desafiante que no debemos ignorar. En muchos sentidos, somos lo que pensamos. Si nuestros pensamientos se enfocan en los asuntos de este mundo, seremos como el mundo. Pero si nuestras mentes están puestas en las cosas de arriba, es decir, donde está Cristo, llegaremos a ser más como Él.
No se trata solo de pensar en el cielo, sino de pensar en Cristo, que está en el cielo. Al hacerlo, se producirán los siguientes cambios:
Tendremos una perspectiva eterna. En vez de distraernos con actividades triviales y desalentarnos por las dificultades y las aflicciones, nos dedicaremos a vivir para Cristo.
Las cosas del mundo perderán su atractivo. Cuanto más conscientes somos de Jesucristo, menos toleramos el pecado, porque sabemos que ya no corresponde con quienes somos. En vez de perseguir los placeres y los objetivos de la sociedad, buscaremos un estilo de vida de obediencia al Señor.
Nos daremos cuenta de que nuestra seguridad está en Cristo. Ahora estamos “escondidos con Cristo en Dios” (Col 3.3). Esto habla de nuestra seguridad eterna y también nos da una sensación de seguridad, ya que nada nos llega sin pasar por las manos de Dios.
Esperamos un futuro glorioso. Cuando Cristo se manifieste, entonces seremos manifestados con Él en gloria (v. 4). Aun cuando todo parezca sombrío, contamos con una razón para tener esperanza porque nuestro tiempo aquí es mínimo comparado con la eternidad con Cristo.
Sus ideas determinan su perspectiva en cuanto a la vida, y ellas condicionan sus prioridades y actitudes.
Devocional original de Ministerios En Contacto