Como sociedad, aceptamos la idea de amar a nuestro prójimo, pero no la de amar y bendecir a quienes nos aborrecen; pero como cristianos debemos obedecer esa instrucción.
Como sociedad, aceptamos la idea de amar a nuestro prójimo, pero no la de amar y bendecir a quienes nos aborrecen; pero como cristianos debemos obedecer esa instrucción.