Dios nos ve con la misma claridad que vio a la mujer samaritana.
Juan 4.7-27
¿Cuándo necesitamos más de la seguridad del amor de Dios? ¿No es, por lo general, cuando experimentamos el dolor más profundo? Si está sufriendo por el rechazo, fracaso o cualquier circunstancia que esté probando su fe, recuerde que el Señor todavía se preocupa y nunca dejará de amarle. Esto es justo lo que vemos en la interacción de Cristo con la mujer samaritana:
Él Inició el contacto. Para consternación de sus discípulos, Jesucristo viajó a través de Samaria para conocer a esta mujer. En aquel tiempo, los judíos no se relacionaban con los samaritanos, e incluso evitaban pasar por su región. Pero Dios no está de acuerdo con las reglas o los prejuicios del hombre. Él llega con un mensaje de esperanza y nueva vida a cualquiera que escuche y crea.
Él Conocía su dolor y angustia. Ella debió haberse sentido sin valor después de haber sido abandonada y divorciada de cinco esposos. Todos tenemos un bagaje emocional que nos agobia y causa dolor, y esto es a menudo lo que Dios usa para atraernos a Él.
Él Ofreció perdón y amor. Cristo sacó a la luz los detalles de la situación de la mujer, para que ella pudiera reconocer su necesidad de un Salvador y ser receptiva al perdón que le ofrecía. Él sabía que ella necesitaba amor, aceptación y un sentido de valía, y que una relación con Él era la única manera de satisfacer dichas necesidades.
Dios nos ve con la misma claridad que vio a la mujer samaritana. Conoce nuestros pecados y heridas, y quiere perdonarnos y restaurarnos. Al aceptar su salvación y someternos a la obra transformadora del Espíritu Santo, tendremos la seguridad de su amor y de su cuidado por nosotros.
Devocional original de Ministerios En Contacto