Dr. Armando Alducin – El fracaso de los gobiernos humanos – Enlace TV
El pastor Armando Alducin habla del fracaso de los gobiernos humanos, basando sus argumentos en la Biblia y cómo desde los inicios el ser humano a querido gobernarse a sí mismo olvidándose de Dios. ¿NECESITAMOS LOS GOBIERNOS? Es importante primero recordar que Dios estableció el principio de la “autoridad” desde el principio de la creación. Cuando Adán y Eva caminaban por el Huerto del Edén con Dios, era Él quien les gobernaba, pero más tarde tuvieron hijos (Caín y Abel) y mientras crecieron, sus padres constituyeron su gobierno inmediato (patriarcal). Después del diluvio Dios dio una orden donde entregaba a los seres humanos la capacidad y el
permiso para gobernarse entre ellos, incluso mediante la imposición de la pena capital (Gén.9:6). ¿Por qué? ¡Por causa de la presencia inherente del pecado en su naturaleza! (Jer.17:9).
En el Monte Sinaí entregó finalmente sus leyes morales (Éxodo 20), civiles (Deuteronomio 1:16-17; 17:18-20; Lev.19:15) y de adoración (Levítico). La obediencia a estas leyes traería las bendiciones y la desobediencia las maldiciones (Deut.11:26-28). No cabe duda de que alterar la ley es una característica común de nuestra moderna cultura corrupta, pues esta conducta está profundamente arraigada en la mayoría de los gobiernos
carcomiendo como polilla las estructuras básicas de la sociedad. Es necesario pues, que los gobernantes humanos reconozcan la necesidad de la sabiduría espiritual para gobernar (Prov.14:34). Todos los antiguos imperios del pasado, como Egipto, Asiria, Babilonia, Medo-
Persia, Grecia y Rema sucumbieron, principalmente, por la inmoralidad y corrupción. La historia del mundo contiene la crónica del fracaso de los gobiernos humanos. ¿Cuál es el factor común denominador de la caída de los gobiernos? ¿Cuál es realmente el principal problema de los gobiernos?
El fracaso de la mayoría de los gobiernos humanos.
Estudiando los gobiernos monárquicos de Israel, descubrimos que la mayoría actuaron muy mal, pues la minoría gobernó de manera justa y piadosa. Entre estos pocos, fueron David, Ezequías y Josías, pues durante sus gobiernos el pueblo disfrutó de justicia, paz y prosperidad,
aun cuando no les faltaron problemas. Pero la mayoría fueron malos, como Acab con su reina cruel, Jezabel, bajo cuyos gobiernos el pueblo fue perseguido, sufriendo hambres, opresión y arbitrariedades mayúsculas.
Los que servían a Dios tenían que esconderse de estos reyes crueles y tiranos para evitar el encarcelamiento y la misma muerte (I Reyes 18:4; Prov.29:2). A través de la historia podemos observar que de la misma manera que sucedió en Israel, ha sucedido con la mayoría de los
gobiernos humanos, pues casi todos han sido y siguen siendo abusivos, corruptos, arbitrarios y buscando sus intereses personales o partidarios, en lugar del beneficio y progreso de la nación.