Puede pensar en adoración, servicio a los demás o ayuno y oración. ¿Con qué frecuencia los practica?
Es fácil envolverse en los ritmos de la vida diaria: trabajos, compromisos familiares y sociales, asuntos pendientes, e incluso distracciones que consumen nuestro tiempo. Pasamos de una cosa a otra, por lo general enfocados en demandas y deleites terrenales. A veces eso puede causar tensión a la hora de prestar la debida atención a lo que le agrada a Dios.
Felizmente, la Biblia ofrece dirección en cuanto a este asunto. El apóstol Pablo les recordó a los colosenses que asumieran una perspectiva eterna, poniendo su mente en “las cosas de arriba” (Col 3.1, 2). Y solo unos pocos versículos después de las Bienaventuranzas en el Sermón del monte, Cristo nos recuerda que “donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt 6.21).
PIENSE EN ESTO
• Considere en qué consiste tener una perspectiva eterna día a día. ¿Cómo pueden el trabajo, las responsabilidades o los viajes diarios al trabajo ayudarle a concentrarse en las “cosas de arriba”? ¿Qué más podría incluir?
• Piense en cualquier hábito o práctica que pueda ayudarle a redirigir su atención a las promesas de Dios. Puede pensar en adoración, servicio a los demás o ayuno y oración. ¿Con qué frecuencia los practica?
Devocional original de Ministerios En Contacto