La clave para vencer el orgullo es fijar nuestros ojos en Dios y en su naturaleza.
Proverbios 16.17-20
La vida cristiana es como una larga caminata que comienza en la salvación y termina en el cielo, y a lo largo del camino hay obstáculos que superar y peligros que evitar. Uno de esos peligros es la mina espiritual del orgullo. Es como un artefacto explosivo que ha sido enterrado en la tierra para causar gran daño; el orgullo puede estar escondido y sin identificar en nuestro corazón, causando un gran daño espiritual tanto en nuestra vida como en nuestra relación con el Señor.
Nuestro enemigo Satanás pone minas terrestres espirituales en nuestro camino para hacernos tropezar, y una de sus más efectivas es el orgullo. Por lo tanto, es imperativo que aprendamos a detectarlo con rapidez para protegernos del pecado. A menudo somos lentos para ver y admitir que somos orgullosos, pues este tiende a esconderse detrás de sentimientos de incompetencia. Cualquiera que sea la forma, el orgullo se centra en uno mismo. Se puede mostrar con altivez fuerte o introspección silenciosa, pero la raíz es la misma. Es un vano intento de llenar un vacío personal. Pero solo Dios puede llenarlo, y la única manera de llegar a Él es con humildad.
Proverbios 16.5 dice “Abominación al Señor es todo el que es altivo de corazón”. Es por eso que no podemos servir a Dios mientras nos aferremos a nuestra prepotencia. Cuando a Dios se le da el segundo lugar en nuestra vida, la obra del Espíritu Santo se ve obstaculizada y cometemos errores tontos porque nuestro enfoque no está en Él sino en nosotros mismos. La clave para vencer el orgullo es fijar nuestros ojos en Dios y en su naturaleza. Solo Él es digno de toda exaltación.
Devocional original de Ministerios En Contacto