Debido a que el Espíritu Santo mora en los creyentes para darnos orientación y enseñanza, podemos experimentar unidad con otros cristianos, que se expresa a través del vínculo de la paz.
Efesios 4.1-8
El pecado corta las relaciones y nos separa de Dios. Podemos ver estas consecuencias en el relato de Adán y Eva. Su desobediencia dañó su relación con el Creador y les hizo vivir separados de Él. Más tarde, su hijo Caín asesinó a su hermano Abel. Hoy, el pecado continúa causando este patrón de separación, celos, odio y violencia.
Pero al enviar a su Hijo Jesús a morir en nuestro lugar, Dios Padre hizo posible que cada uno de nosotros fuera reconciliado con Él. Cuando aceptamos su ofrecimiento de salvación, pasamos de un estado de alejamiento a la adopción permanente como sus hijos (Jn 1.12; Ef 1.5).
Debido a que el Espíritu Santo mora en los creyentes para darnos orientación y enseñanza, podemos experimentar unidad con otros cristianos, que se expresa a través del vínculo de la paz (Ef 4.3). Como todos somos únicos, esto no implica en modo alguno uniformidad. Sin embargo, apunta a vivir en sujeción al Padre, y mostrar actitudes y comportamientos que fortalecerán las relaciones con nuestra familia espiritual.
¿Ya es usted hijo de Dios? Entonces, haga del vivir en unidad con los demás una prioridad (Ro 12.18). Pero si todavía no ha respondido al llamado del Padre celestial, ¿por qué no le pide perdón a Cristo hoy mismo?
Devocional original de Ministerios En Contacto