Tú le traes placer a Dios, no por lo que haces, sino por lo que eres y por quien eres, y desde el cielo tú puedes oír la voz de Dios que te dice: Tú eres mi hijo amado, tú me traes placer.

Tú le traes placer a Dios, no por lo que haces, sino por lo que eres y por quien eres, y desde el cielo tú puedes oír la voz de Dios que te dice: Tú eres mi hijo amado, tú me traes placer.