Las tentaciones comienzan siendo pequeñas. Ceder a ellas puede parecer intrascendente, pero una vez que cedemos, ese pecado gana fuerza en nuestra vida y nuestra capacidad para resistir se debilita.
Santiago 1.13-15
Seremos tentados mientras vivamos. Aunque los tipos de tentación y su poder sobre nosotros cambiarán con el tiempo, nunca seremos tan maduros o espirituales como para volvernos inmunes. Satanás siempre está dispuesto a aprovechar nuestras debilidades y deseos egoístas para alejarnos del Padre celestial. Santiago dice que somos tentados cuando nos dejamos llevar por nuestros deseos. Por lo tanto, el problema comienza dentro de nosotros cuando sentimos la atracción de nuestra carne para pensar, hablar o hacer lo que es contrario a la norma de santidad de Dios. Aunque ser tentado no es pecado, ceder a este sí lo es. Cuando nos detenemos en un pensamiento tentador, la idea se afianza en nuestra mente y en nuestros deseos. Al darle más atención, el deseo crecerá hasta que haya que tomar la decisión sobre si actuar o no.
Al mismo tiempo, no debemos pensar que mantener deseos pecaminosos está bien siempre y cuando no hagamos nada. El Señor Jesús refutó esta idea en el Sermón del monte cuando amplió los mandamientos de la Ley para incluir no solo acciones sino también las actitudes del corazón (Mt 5.21-48). Cualquier cosa que no sea la norma de santidad de Dios, no es su voluntad para nosotros (Mt 5 48). Las tentaciones comienzan siendo pequeñas. Ceder a ellas puede parecer intrascendente, pero una vez que cedemos, ese pecado gana fuerza en nuestra vida y nuestra capacidad para resistir se debilita. Puede parecer que no haya manera de salir de esta espiral descendente, pero Dios nos ha dado una manera de escapar si decidimos buscar su ayuda (1 Co 10.13).
Devocional original de Ministerios En Contacto