La mano de Dios se mueve en el nombre de Jesús cuando tenemos un corazón santo y puro delante de Él.

Juan 16.7-24

Los discípulos debieron sentirse confundidos cuando Jesús les dijo que era por el bien de ellos que Él se marcharía; durante tres años los había guiado y protegido. Pero el Señor podía decir esto porque sabía que su Espíritu y su nombre los protegerían y dirigirían poderosamente hasta que se reunieran en el cielo.

De la misma manera, nosotros hemos sido salvos y tenemos la promesa del cielo, pero todavía hay un largo camino por recorrer antes de llegar allá. No obstante, en el nombre de Jesús, tenemos todo lo que necesitamos para llegar hasta el final, pese a los obstáculos y desafíos que enfrentemos. Basta con considerar las siguientes formas en que Jesús viene en nuestra ayuda:

Abogado (1 Jn 2.1, 2). Aunque somos llamados a vivir en santidad, habrá ocasiones en que pecaremos. Jesús es nuestro Abogado, quien es nuestro defensor porque su sangre nos limpia continuamente del pecado.

Autoridad (Mt 28.18). Vivimos bajo la autoridad divina de Cristo. Nada nos toca sin primero pasar por sus manos. Y Él nos capacita para hacer todo lo que Él nos llame a realizar.

Ayuda (Jn 16.13-15). Jesús nos ha dado el Espíritu Santo como nuestro Ayudador, que nos conforta, guía, enseña y capacita para vivir en santidad y obediencia.

Respuesta (Jn 16.23, 24). Cuando pedimos en el nombre de Jesús, es decir, conforme a lo que Él desea, nuestras oraciones son respondidas.

La mano de Dios se mueve en el nombre de Jesús cuando tenemos un corazón santo y puro delante de Él. Por consiguiente, que nuestro anhelo sea vivir en dependencia total de este poderoso nombre.

Devocional original de Ministerios En Contacto

El poderoso nombre de Jesús

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