Ya sea que estemos afligidos por nuestras pérdidas personales o por los pecados del mundo, el Señor está con nosotros.

El mundo nos dice que no vale la pena afligirnos por nuestro pecado; que debemos olvidarnos de los errores del pasado y disfrutar el momento, para no perdernos algo emocionante. Pero el dolor es una parte útil y necesaria del ser humano. Considere lo que sucede cuando, en vez de evitar el dolor, buscamos el consuelo de Dios o tratamos de hacer lo correcto por quienes sufren. Y tenga en cuenta que el Señor no es ajeno al dolor. Por ejemplo, vemos en Juan 11 que el Señor Jesús derramó lágrimas por su amigo Lázaro. Y en la cruz, experimentó pena y dolor insondables por su amor al mundo.

Ya sea que estemos afligidos por nuestras pérdidas personales o por los pecados del mundo, el Señor está con nosotros. Y nos asegura algo más que consuelo cuando le entregamos nuestro sufrimiento: Él promete su gracia salvadora.

PIENSE EN ESTO
• Dios no siempre nos dice la razón por la que sufrimos, pero promete consolarnos. Esta semana, medite en 2 Corintios 1.3, 4. ¿Qué significa que Dios es “Padre de misericordias y Dios de toda consolación”?

• Piense en el Señor Jesús afligido por su amigo. ¿Qué le dice eso acerca de su corazón?

Devocional original de Ministerios En Contacto

La Bienaventuranza de la salvación

About The Author
-